lunes, 15 de enero de 2007

7. Noticias Desde la Soleada California

Querido y distante Compatriota: El panorama actual presenta ribetes que evocan las antiguas tragedias griegas. Lamento volver a la carga con el pesimismo de siempre, pero desde hace algún tiempo a ésta fecha he comenzado a creer que los dioses, aburridos de sus cuestiones divinas y sus protocolos interestelares, me han metido en un panóptico y están jugando apuestas conmigo (Honestamente me gustaría tener la capacidad de síntesis necesaria para explicarte tamaña concatenación de infortunios en menos palabras)
La situación es la siguiente: Somos prófugos en un país hostil y despiadado, un país que no solo goza de fama mundial por su empedernido odio hacia los extranjeros, sino que además recientemente ha declarado la guerra al terrorismo y nos considera sus peores enemigos. Una locura total. Eugenia, el Carcomante y yo estamos en la mira del FBI y de todos los servicios de inteligencia habidos y por haber. Nuestras caras son tapa de los más importantes diarios y revistas del país y hasta han ofrecido una jugosa recompensa por nuestras cabezas. En la televisión han llegado a decir que "Los soldados de Dios", el grupo fundamentalista con el que nos han involucrado, cuenta con una sofisticada tecnología secreta capaz de levantar de la tumba a sus guerreros muertos. La CNN mostró anoche un video tomado desde el avión, en donde se me veía con una ametralladora en la mano y dos terroristas besándome los zapatos. Las letras en pantalla decían: NASRA BASET ODEH, EL ZOMBIE ASESINO QUE VOLVIÓ DESDE EL INFIERNO.
Pero no todo son malas noticias. También hay noticias espantosas. Cortazarzas está preso en Warren Hills, una cárcel de máxima seguridad para revólveres y armas blancas (el fiscal que se hizo cargo de su caso es famoso por haber mandado a la silla eléctrica a cincuenta y tres criminales en menos de dos semanas). Temo con toda mi alma que éste sea el fin de Cortazarzas, aunque todavìa no veo como van a hacer para electrocutar a un cortaplumas de acero inoxidable...
Cortazarzas fue arrestado, lo mismo que nosotros, ni bien aterrizamos en Los Ángeles. Yo apenas había salido de mi curioso trance literario y no sin cierta admiración, comenzaba a tomar conciencia de la magnitud de los hechos. Todo me parecía un sueño extravagante, el tablero del avión titilando en un centenar de alegres lucecitas navideñas, pequeñas señales de alerta en rojo, verde y amarillo. En el piso de la cabina, despatarrados como campeones de yoga, estaban los cadáveres de los pilotos y el idiota de Yahya, que dormía feliz entre ellos. Abajo, las sirenas policiales ululaban como brujas.
Una autoritaria voz de insecto nos llamò por un megáfono, dàndonos la bienvenida con órdenes explicitas de completa sumisión a cambio de una muerte piadosa, o de lo contrario la muerte más espantosa que pudiésemos concebir. Eugenia despertó de su siesta y me miró con el mayor signo de interrogación que su carita de princesa logró elaborar. Seguidamente comenzó a insultarme y a lanzarme puñetazos, alentada seguramente, por la explicación telepática del Carcomante.
Un grupo de asalto especial (No S.W.A.T, pero con el mismo espìritu) se introdujo en el avión y después de golpear metódicamente a varios pasajeros, nos cayó encima y nos arrastró por separado a unos vehículos blindados de súper seguridad primer mundista.
Mientras era llevado de los pelos hacia la mini cárcel ambulante, me pareció ver que a unos doscientos metros, del otro lado de los plateados ventanales del aeropuerto, una multitud nos vitoreaba entre flashes de fotos, pancartas y aplausos.
Podès imaginarte el panorama?. A mì todavìa me cuesta creerlo.

Recibe mis màs afectuosos saludos.
Tu amigo caìdo en desgracia,
Ariel

P.D. Mi triste historia no temina acà. Junto con la presente te adjunto otra carta en sobre aparte porque en el calabozo solo me entregan dos hojas por dìa y tuve que usar una para firmarle un autògrafo a un prisionero Afgano.


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